“En el interior del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente (RPVO), un grupo de internos, convencidos de que el arte y la cultura son herramientas de recuperación y transformación humana, coadyuvan con las autoridades del sistema penitenciario. Aplican el principio cervantino de buscar, hallar y rescatar tesoros, ahí donde los demás dicen que no hay sino basura.”
(Testimonio de una persona privada de su
libertad en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente)
Somos muchos los que, en mayor o menor medida, nos dejamos condicionar ya
sea por las circunstancias o el carácter, abandonando el infinito poder de nuestra
libertad a la inercia. El determinismo, que ineludiblemente trae consecuencias
directas en la vida personal, se refleja en la comunidad y por ende en la
sociedad. ¿Qué hacer entonces para modificar nuestra sociedad si en lo personal
nos sentimos tan condicionados, y estamos tan poco conscientes de nuestra
propia libertad? Las funciones que continuamos dando al interior de los 11
Centros Penitenciarios del DF, nos dieron la oportunidad de observar este hondo
y conmovedor panorama humano, en una “pequeña sociedad” que se determina
diariamente por circunstancias tajantes como la reclusión y la violencia que
afecta a nuestra sociedad en la actualidad.
"El país de las metrallas o Ratatatatataplán" y "México sin
cabeza o La feria de las cabezas rodantes" se ambientaron al ritmo de ese
público franco, directo y muy poco condescendiente; los actores fueron capaces
de integrar en sus improvisaciones situaciones o el lenguaje de las prisiones,
logrando con ello dialogar eficazmente con la audiencia y consiguiendo que temas
como el fotoperiodismo, la narcoviolencia y la corrupción resonaran en la
conciencia de muchos. Las obras fueron también convocando público, pues las
autoridades y la población de cada centro las fueron recomendando de boca en
boca. De esta forma obtuvimos grandes audiencias, centenares de personas
privadas de su libertad que acudían porque sabían que algo diferente iba a
suceder. Aquello comenzaba a parecerse como suponemos sucedían las revistas
políticas y las carpas: Con ese público ruidoso, irreverente, participativo y
tremendamente vivo.
La gira abarcó desde los pequeños anexos
con poblaciones que están a meses de salir en libertad, pasando por los grandes
centros con poblaciones de varios millares, hasta los anexos de alta seguridad donde las condenas de quienes los habitan
son indeciblemente largas pues los delitos que cometieron fueron graves, muchos
de éstos relativos al narcotráfico a gran escala.
Conocimos en cada centro a personas que sin importar cuán determinados por
las circunstancias estuvieran, han decidido tomar en sus manos las actividades artísticas
como un medio para recuperarse a sí mismos. En el ámbito escénico, conocimos hombres
que mantienen los auditorios vivos mediante el teatro que ellos mismos hacen,
encausando de la mejor manera sus innegables talentos. Presenciamos
escenografías pintadas por manos hábiles, auditorios adornados con bellos y simbólicos
murales. Escuchamos a internos, que fungen como jefes de foro, decirnos que algunos
grupos de teatro penitenciario comienzan a hacer “microteatro” y “teatro en
corto” porque ese formato les funciona muy bien en sus condiciones de
reclusión. Conocimos jóvenes con tremendas habilidades narrativas, visuales, musicales,
vocales, histriónicas y de liderazgo para quienes la reclusión se ha convertido
en la mejor oportunidad de abandonar las adicciones y cambiar. Personas para
quienes el teatro, como uno de ellos nos dijo, -Es el lugar donde no estoy
preso, aquí soy libre-.
En uno de los centros donde presentamos ambas obras, tuvimos la oportunidad
de convivir más extensamente con uno de nuestros anfitriones, un hombre joven,
formal, con carrera universitaria, un interno que apoya en las actividades
educativas de su centro. Él nos comentaba que cuando presentamos “El país de
las metrallas o Ratatatatataplán” la obra generó tal entusiasmo por su estilo (Revista
política y Cabaret) que los mismos internos, al saber que regresábamos con la
otra obra “México sin cabeza o La feria de las cabezas rodantes”, ya estaban
con antelación afuera del auditorio esperando entrar y felicitaron a las
autoridades por la apertura de presentar obras de sátira social y crítica política,
incluso les pidieron que llevaran más teatro así.
En total tuvimos alrededor de 4000 espectadores de los cuáles el 95% fueron
hombres, el 5% restante mujeres en reclusión. La experiencia con el público
femenino fue diametralmente opuesta a como lo fue con el varonil, concretamente
porque evidenciaron un aparente desinterés sobre temática social y política,
hecho que nos dejó ver un grado de desinformación sobre estos temas, pero
también que sus necesidades de discursos tal vez sean otras ya que la violencia
la reciben y la ejercen de otra manera. No hacen falta más palabras para
suponer la gigantesca problemática que las determina y el público todavía más
específico que son las mujeres privadas de su libertad.
La experiencia que genera el arte al interior de los Centros Penitenciarios
hace posible que las personas privadas de su libertad dejen de creer en
determinismos y, por una acto de decisión consciente, se dispongan a encontrar
una puerta a la transformación personal y en consecuencia social.
México vive
tiempos de extrema violencia, una violencia declarada, explícita. Es una situación
que no se puede esconder o aminorar con discursos y justificaciones políticas. Es
algo que trasciende ya la burbuja de la política ramplona mexicana porque nos
compete a todos los que hemos decidido permanecer en este país para vivir
nuestras vidas. Y en este panorama la ignorancia y los prejuicios suelen
definir en nuestra contra diversas circunstancias que condicionan nuestro
trato, nuestras interacciones, nuestro trabajo, el modo en que vivimos como
sociedad. El proyecto RATATATATATAPLÁN es la respuesta de un grupo teatral a
una pregunta que parece enorme: “¿Qué vamos a hacer?...”
Lo más
valioso que encontramos al interior de cada Centro Penitenciario fue el trato
franco y generoso de todas aquellas personas privadas de su libertad que nos
recibieron en sus auditorios para llevar a cabo las funciones. En los casi dos
meses que duró esta temporada de primavera, jamás tuvimos una negativa por
parte de ellos para resolver alguna necesidad de montaje. Incluso cuando se nos
presentaron dificultades técnicas, como la vez que nuestro equipo de sonido no
funcionó, rápidamente ya teníamos una consola de audio con nuestros micrófonos
conectados y pudimos salir adelante para realizar esa función. En una de las
obras le damos al público pelotas de plástico para que interactúen en una
escena, pues nunca se perdió ninguna pelota. Cosa que sí nos ha sucedido cuando
tenemos funciones con estudiantes de bachillerato en un teatro “normal”, por
ejemplo. Finalmente, el comentario general de las casi 4000 personas privadas
de su libertad que tuvimos de público fue que no eran obras “panquesonas”, es
decir, no eran obras “fresas” que no guardaran relación con los conflictos que
ellos viven cotidianamente. Por lo tanto, este proyecto nos sirvió también para
despejar nuestros propios prejuicios sobre este público muy especial. Nuestros
juicios no determinarán la situación legal de las personas privadas de su
libertad. Esto no nos corresponde. No es nuestra competencia marcar a “los
buenos” y a “los malos”. Lo que sí pudimos advertir es que hay mucha gente con
deseos genuinos de recuperar su libertad y transformar sus vidas, transformar
su propia realidad. Y esta decisión puede reforzarse mediante la
sensibilización que genera la experiencia teatral. Si este objetivo se ha
cumplido, entonces todo esfuerzo para ejecutar este proyecto ha valido
doblemente la pena.
Este año, la
compañía TEATRO DE LOS SÓTANOS no tiene programada ninguna función en los
teatros que dependen de las instituciones culturales. Nuestras obras
“panquesonas” no se quedaron en ninguna convocatoria. Lo que nos llena de una
tremenda satisfacción es que el RATATATATATAPLÁN ya cubrió todos los Centros Penitenciarios
del DF y, en una segunda temporada de verano, estaremos presentándonos en
Plazas Públicas de todas las delegaciones del DF. Hay mucho trabajo por hacer y
muchos sectores por atender, y esto a veces pasa inadvertido para quienes
hacemos teatro profesional. Deseamos que este proyecto al interior de los
Centros Penitenciarios sirva como precedente para programas y colaboraciones
institucionales para seguir atendiendo a públicos muy específicos. Y la
pregunta sigue abierta: “¿Qué vamos a hacer?...”
Galería fotográfica de algunas funciones de
"El País de las Metrallas o Ratatatatataplán"
Centro de Ejecución de Sanciones Penales Varonil Norte |
Reclusorio Preventivo Varonil Norte |
Reclusorio Preventivo Varonil Norte |
Centro de Ejecución de Sanciones Penales Varonil Norte |
Reclusorio Preventivo Varonil Sur |
Centro Femenil de Readaptación Social "Tepepan" |
Galería fotográfica de algunas funciones de
"México sin cabeza o La feria de las cabezas rodantes"
Reclusorio Preventivo Varonil Oriente |
Reclusorio Preventivo Varonil Oriente
Reclusorio Preventivo Varonil Oriente
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Reclusorio Preventivo Varonil Oriente
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